miércoles, 17 de abril de 2013

Todos ganan en el Sky


Retomo una vez más el blog. Lo había dejado para convertirme en comentarista de otro blog mucho mejor (ciclismo2005.blogspot.com), pero ahora que este ha cerrado de manera abrupta, espero poder seguir comentando por aquí.

Estamos en la semana conocida como el tríptico de las Ardenas, en que se celebran la Amstel Gold Race, la Flecha Valona y la Lieja-Bastogne-Lieja, y donde se mezclan clasicómanos con especialistas en grandes vueltas, puesto que son clásicas mucho menos peligrosas que las de pavés y más fáciles de controlar por los equipos, lo que permite a las grandes estrellas del pelotón tener más opciones de victoria y menos riesgos ante eventuales caídas. Así, Gilbert, Sagan o Gerrans luchan contra Contador, los Schleck (cuando estaban) o Chris Froome, que parece ser el último que se ha apuntado a la moda (lo veremos el domingo en Lieja).

Paralelamente, se celebra en Italia el Giro del Trentino, una carrera que en los últimos años ha ganado en importancia y ahora mismo tiene la máxima categoría del UCI Europe Tour y que quizás avance a primera categoría, teniendo en cuenta que en el World Tour hay carreras mucho peores, como el Tour Down Under, el Eneco Tour, el Tour de Polonia o una carrera en China hecha solo para que la UCI gane dinero. Si a eso le sumamos la posible desaparición de la decadente Volta a Catalunya, Trentino está en buena posición para convertirse en una de las carreras más importantes del calendario.

Trento es una de las provincias al norte de Italia que sirve de frontera con Austria, y que en su día fueron una de las posesiones más importantes del Imperio de los Habsburgo. Es conocida en el ciclismo por incluir algunos de los más bellos paisajes de los Alpes Orientales, los conocidos Dolomitas, y en ellos, los puertos más terroríficos del mundo. Así, el Giro del Trentino es una de las carreras más duras del mundo, pero también de las más bellas, ya que se atraviesan fantásticos escenarios de grandes lagos y montañas empinadas.

En los últimos años, y en una tradición muy arraigada en Italia, la organización se empeña en rebuscar en la geografía nuevos puertos, cada vez más duros, para que los pobres ciclistas sufran y sufran. Normalmente, y como ha probado la Vuelta a España, esto hace que las carreras carezcan de lógica y sean simplemente etapas de último puerto, de ir en grupeta hasta los últimos diez kilómetros y luego partirse el cobre bajo la ley del más fuerte. Aún así, dentro de este modelo de ciclismo, en Italia mantienen el gusto por las etapas de largo kilometraje y de impresionantes puertos intermedios, lo que hace que las carreras sean muchas veces menos dolorosas.

Este año en el Trentino no se han ido por las ramas. Cuatro días de competición. El primer día, doble sector (esto creo que tendrá que desaparecer si quieren ser World Tour), etapa corta y crono por equipos. Y después, tres etapas de montaña, dos finales en alto. No hay más. Desde luego, no se han estrujado mucho el cerebro, pero aún así han conseguido una participación espectacular, con los dos últimos campeones del Tour de Francia (Wiggins y Evans)  y dos de los tres últimos vencedores del Giro (los locales -y por tanto, inevitables- Basso y Scarponi). Pese a la presencia de estos dos últimos, ya en franca decadencia, las esperanzas italianas descansan en otros dos corredores, Nibali y Pozzovivo, que ganó la carrera el año pasado, fichó por el AG2R y no ha vuelto a acercarse a nada parecido, aunque ha estado rondado el top 10 en varias carreras World Tour. En otra tradición italiana, muchos locales sólo rinden, o rinden el doble, cuando corren en casa. Situación parecida a la española, por otro lado. Al grupo de italianos favoritos habría que sumar al sorprendente Mauro Santambroglio, uno de esos corredores oscurísimos que se pasó un par de años siendo el guardaespaldas de Evans en el BMC y ahora ha fichado por el Vini Fantini (ese equipo de horrible jersey fosforito) y está volando en todas las carreras italianas que corre, incluyendo una imposible segunda posición en Prati di Tivo (Tirreno-Adriático) solo superado por el monstruo de los pedales Chris Froome.

En el resto de la participación, poco más que destacar. Está el Europcar, que viene con Pierre Rolland, la única estrella que le queda después de que Voeckler se partiera la clavícula en Holanda. El Caja Rural es la única participación española, y viene con casi toda su artillería: Txurruka, Marcos García, Antonio Piedra, Omar Fraile y el portugués Cardoso. Y después, un montón de italianos que ya casi forman parte del folclore, que estarían mejor retirados, como Garzelli, Rebellin, Pellizotti, Sella y alguno más que me dejo. Por último, otra pasión italiana, invitar a equipos exóticos para autoproclamarse pioneros de algo que realmente no tiene ningún interés. En el Trentino están los primeros equipos chinos y sudafricanos de categoría Profesional Continental.

Bueno, en la primera etapa, se formó un grupo de escapados anónimo que llegó a meta con una ventaja de casi siete minutos. Ganó el mejor de todos, el francés de AG2R Maxime Bouet, el único de todos los fugados que pertenecía a un equipo de máxima categoría. Siete minutos quedando tres etapas de montaña es muchísimo tiempo. Por la tarde hubo contrarreloj por equipos de menos de veinte kilómetros. Ganó el Sky, pero Wiggins no pudo recortar ni un minuto, y Bouet perdió el liderato frente a otro de los fugados, el polaco de diecinueve años Josef Cerny, del CCC.

Ayer se disputó la primera llegada en alto, a Vetriolo Terme, una estación de esquí que alberga un precioso paisaje montañoso. Una carretera de montaña de las antiguas, con algunos tramos mejor y otros peor, pero de enorme belleza: largas rectas interrumpidas por curvas de herradura, en un desnivel medio bajo, compensado por unos últimos cinco kilómetros al 9.5%. Antes se subía otro puerto importante, el Lavazé, que permitió coger algo de ventaja a los escapados, el más meritorio de ellos Savini, que se hizo casi toda la etapa él solo y fue neutralizado por un grupo a 20 de meta, antes de que estos fueran engullidos por el pelotón.

Al inicio del puerto ya se llevaban encima 200 kilómetros, que incluían otro puerto exigente. Esto es lo que hace diferente al ciclismo italiano frente al español. Mientras el primero plantea etapas ambiciosas más allá de su puerto final, en España ponemos etapitas de 150 kilómetros con una subida de porcentajes imposibles al final, lo que da como resultado etapas fotocopiadas.

En las primeras rampas, el Liquigas puso ritmo. Es lo único que sabe hacer este equipo cuando su líder es Basso. Poner un ritmo alto para neutralizar las etapas y luego ver como su triste líder se queda cuando hay los primeros ataques. Sin embargo, el equipo Liquigas ya no es el que era. Ha perdido a muchos gregarios, fugados al Astana con Basso, además de Szmyd, que se ha ido al Movistar y de momento permanece anónimo, un clásico del equipo navarro.

Pronto hubo los primeros ataques, formándose un grupo sólido con un ambicioso Rolland, Pirazzi y el bielorruso del Sky Siutsou. Este corredor hizo lo que le enseñan a hacer en su equipo si no eres inglés: tirar. Casi sin pedir relevos, fue haciendo la subida él solo y consiguió una ventaja de medio minuto. Con el paso de los kilómetros, se veía que el bielorruso seguía a lo suyo, mientras que sus dos compañeros de escapada iban casi haciendo la goma. Siutsou fue campeón del mundo sub 23 hace nueve años y durante varios años fue un corredor muy prometedor. Incluso formó parte del Fassa Bortolo, aquel equipo italiano del que salieron Petacchi, Basso, Rumsas y Cancellara, todos ellos de conocida trayectoria. Lo cierto es que pasados sus años de juventud, Siutsou había pasado a ser el rodador del Sky, el hombre que protegía a los líderes y hacía su trabajo de manera anónima. Pero en el Sky da igual cual sea tu condición. Un par de concentraciones de altura y volarás en cualquier terreno. Y lo que hizo Siutsou fue irse cuando y como quiso de sus dos compañeros de escapada, uno de ellos, Rolland, vencedor en Alpe d'Huez y con dos top 10 en el Tour de Francia. Este es el resumen de la temporada. El cuarto o quinto gregario del Sky riéndose a la cara del resto de los corredores.

Por detrás, el Astana se puso a tirar para Nibali. Hasta seis corredores tenía el equipo de Vinokourov delante. El italiano tardó poco en atacar y a su rueda saltó Pozzovivo. Después fueron Wiggins, Santambroglio y Evans, aunque este último a duras penas y terminó cediendo. Estamos en el definitivo año de declive del corredor australiano, voluntarioso, pero incapaz de hacer frente al paso del tiempo. Algo que debería ser normal, por otra parte. Pero raro en el ciclismo actual.

Además de todos esos favoritos (donde Basso y Scarponi ya no estaban), iban también otros dos Astana. Pero no eran Agnoli, Kesiakoff o Tiralongo, corredores expertos, sino Dyachenko y el jovencísimo italiano Fabio Aru, demostrando lo potente de esta escuadra. Pero Nibali siguió acelerando y con él se fueron solo Pozzovivo, Santambroglio y con más problemas o más tranquilidad, Bradley Wiggins, que este año se está tomando la temporada con mucha más calma, tras haber ganado todo lo que disputaba el año pasado (Paris-Niza, Tour de Romandia, Dauphiné, Tour de Francia y Juegos Olímpicos). Además, por delante tenía a Siutsou que iba directo a ganar la etapa, pese a los ataques de Nibali, que casi nunca encontraba ayuda en sus dos compatriotas italianos.

Cuando quedaban dos kilómetros para meta, atacó Santambroglio y nadie lo siguió. Pero era ya muy tarde para coger a Siutsou, que ganó con tranquilidad. A cuatro segundos entró Santambroglio, otra vez segundo tras un Sky, demostrando que no tiene mayores ambiciones, pese a su sorprendente salto de nivel. Por detrás, a 19 segundos, entraron Nibali y Wiggins, con el inglés dejando que el siciliano cogiera la bonificación y haciéndole un cariñito en meta, al igual que en el pasado Tour. A Wiggins le gusta ejercer de patrón, y va por ahí repartiendo misericordia o chulería, según se comporten sus rivales. No llega al nivel de Armstrong, pero también es cierto que al inglés le llegó la fama tarde y este año ya le han bajado algo los humos en su propio equipo diciéndole que el líder en el Tour será Froome. A él en el fondo le da igual. Ya tiene su Tour y parece una persona más preocupada por su imagen personal que por su carrera deportiva.

El siguiente en llegar fue Pozzovivo a 28, Pirazzi a 34, y la pareja Aru y Dyachenko a 37. Evans se dejó 45 segundos. Baso un minuto y medio. Bouet recuperó el liderato al entrar a 2:23, mientras que el jovencísimo líder demostró no ser otro milagro del nuevo ciclismo entrando con unos lógicos quince minutos y medio de retraso. Eso es lo normal del ciclismo, y no que con 20 o 21 años luches por las mejores carreras del mundo.

De esta manera, Bouet es el nuevo líder y sus mayores amenazas son Wiggins y Nibali, a casi cuatro minutos. También el ganador de la etapa, Siutsou, a 3:19, pero tras su día de gloria lo lógico es que trabaje para su líder. Así funcionan las cosas en Sky. Mañana etapa de media montaña con la subida a Daone a 16 kilómetros de meta. Son cuatro kilómetros, pero el último al 9%, a ver si alguien lo intenta o lo dejan todo para el último día, donde se sube a Sega di Ala, un puerto con 8% de desnivel medio, pero con algún kilómetro al 14%.

Flecha Valona

Comento brevemente la Flecha Valona, una carrera de tercera categoría elevada a acontecimiento por su último kilómetro final, donde se sube el muro de Huy, una cuesta de algo más de un kilómetro con rampas del 16% de desnivel. La única vez que pasó algo en esta carrera antes del muro que fuese digno de mención fue cuando la Gewiss del hematocrito disparado dominó tiránicamente la carrera colocando a tres de sus corredores en el podio: Argentin, Furlan y Berzin, que se escaparon sin oposición alguna a falta de cincuenta kilómetros, y al final Furlan dejó ganar a Argentin con claros aspavientos de desaprobación. Así es la historia de esta carrera, que en sus últimos diez años incluía a corredores de la "categoría" de Astarloza, Rebellin (tres veces), Di Luca, Valverde (el año de la Operación Puerto), Kirchen (retirado del ciclismo por una dolencia del corazón no del todo explicada) o Philippe Gilbert en su año mágico de 2011, en el que ganó en toda carrera que disputó y hasta se permitió atacar en el Tourmalet en el Tour de Francia.

Con este panorama no debe extrañar que ganase un corredor como Dani Moreno, que viene de las catacumbas del ciclismo (estuvo en aquel mítico Relax Fuenlabrada que montó Lissavetzky para los proscritos de la Operación Puerto). La subida fue más emocionante de lo habitual, porque un corredor colombiano, Carlos Betancur, atacó en las primeras rampas, alcanzando una distancia considerable. En el pelotón nadie se movía e imagino que el valón Philippe Gilbert se estaba poniendo nervioso. Es un corredor muy discutible, especialmente por su año mágico, pero al menos es un ciclista que estando bien o mal, tiene voluntad de atacar y de luchar siempre por la victoria. No se esconde nunca, tenga días buenos o malos. Y allí se fue a por Betancur, como si no tuviese a nadie detrás. A su paso salieron Sagan, Valverde, Joaquim Rodriguez y una larga lista de corredores. El belga seguía poseído y terminó dejando a todos sus perseguidores, menos a un sorprendente Dani Moreno, que pocas veces se había visto en una similar. Cuando Gilbert pagó su esfuerzo, Dani Moreno salió a por Betancur sin oposición.

El corredor de Katusha ganó con distancia y tuvo tiempo para celebrarlo. Segundo entró Henao y tercero Betancur, cerrando un podio hispano que nadie habría augurado. Es quizás la victoria más impoortante de Moreno, aunque en 2011 ya había ganado el Giro del Piamonte, una carrera que es mejor que la Flecha Valona, aunque no tiene categoría World Tour, por lo que hay menos competitividad y tiene menos prestigio.

Y eso es la Flecha Valona. Un "mundial" de sprint de montaña, donde el espectador más sensacionalista ve a corredores destrozándose en el asfalto. Pero apenas hay táctica ni su desarrollo difiere de un año para otro. A una carrera así no se le puede llamar clásica. No merece una participación semejante. Entre los cuarenta primeros encontramos nombres como Joaquim Rodriguez, Valverde, Mollema, Sagan, Ulissi, Gilbert, Kreuziger, Hesjedal, Albasini, Urán, Cunego o un anónimo Contador, que vino de mala gana y no se molestó nada en disimularlo. Veremos si tiene la misma actitud en la Lieja-Bastoña-Lieja, que este año tendrá un final algo diferente, ya que la cota de Roche-aux-Facons está en obras y ha sido sustituida por la de Colonster. Será entre Sprimont y Saint-Nicolás. Los favoritos son Gilbert, Valverde, Gerrans y Nibali.