sábado, 25 de febrero de 2012

A Bélgica lo que es de Bélgica


Ya lo anunciaba ayer. La Omloop Het Nieuwsblad llevaba tres años sin caer en manos de un ciclista flamenco. Un hecho que nunca se había dado en sus sesenta y seis años de Historia. Con un Boonen prodigioso en el inicio de la temporada y la sed de victoria de Gilbert, además de todos los grandes especialistas que los belgas tienen en esta carrera, era muy fácil que esa mala racha se rompiera. Así ocurrió, pero no ganó un ciclista curtido en mil batallas, sino una nueva estrella que aparece en el horizonte, en ese flujo incontrolable de ciclistas que es la cantera belga.

Sep Vanmarcke, de 23 años y nacido en un pueblo que se encuentra a 25 kilómetros de Gante (donde terminaba la carrera) ya llevaba dos temporadas codeándose con los mejores del pelotón, en el E3 Prijs Harelbeke, en Los tres días de la Panne, pero también en el Tour de Flandes, la carrera que todo flamenco quiere ganar. Su victoria fue totalmente justa. Siempre en inferioridad respecto a sus rivales durante sesenta kilómetros. Y siempre al ataque. Dos de los tres ataques más selectivos de la carrera fueron suyos.

El primero, sin embargo, correspondió a Tom Boonen, que seguramente era el más fuerte hoy, pero al igual que muchas otras veces, el Tornado flamenco se dejó llevar por sus excesos. Atacó, al igual que el año pasado, en el Taaienberg, a 60 kilómetros de meta, y esa fue la selección definitiva. Allí estaban los mejores: Boonen, Devenyns, Flecha, Hayman, Hushovd, Breschel y Vanmarcke. El Taaienberg se subió con un pelotón muy grande y eso provocó muchos nervios. Lars Boom se cayó cuando trataba de coger la posición en el ataque de Boonen. Poco después se caían Langeveld, último campeón, y Gilbert, dos veces ganador en Gante y máximo favorito. Por delante, un clásico de las escapadas como Liewe Westra, y Sven Vandousselaere, de 24 años, eran los supervivientes de la fuga del día.

Sky y Omega Pharma Quick Step, con dos corredores cada uno, eran los que debían llevar el peso de la escapada, mientras que Hushovd, Breschel y Vanmarcke estaban a la expectativa. En el Molenberg, el joven belga dio un hachazo tremendo. Boonen le siguió fácil la rueda. Estaba claro que el corredor de Quick Step estaba muy motivado para ganar la única clásica del adoquín que le faltaba. Tenía las fuerzas necesarias y todo a favor. Se le puso más aún de cara cuando después del Molenberg, Hushovd y Breschel, los dos mejores sprinters junto a él, se quedaron cortados. La situación era favorable para él. Con un compañero de equipo, los dos corredores del Sky con poco bagaje ganador y un joven compatriota que todavía estaba aprendiendo. Pero Vanmarcke analizó bien la situación, y ante dos equipos que tenían dos corredores cada uno, decidió dejar de dar relevos. Y a falta de 21 a meta, en el penúltimo paso de pavés, pasó de nuevo al ataque. Boonen se volvió a pegar sin problemas a su rueda. Flecha los acompañó con más dificultades. Devenyns y Hayman, los gregarios de Boonen y Flecha, no pudieron seguir el ritmo. Ahí se abrió una nueva carrera con Boonen, Flecha y Vanmarcke relevándose, camino de la victoria. Por detrás, en el pelotón, BMC tiraba con todo, quizás frustrados por haber perdido todas las opciones pese al imponente plantel de ciclistas con el que acudían. Con casi dos minutos de retraso y a falta de 20, la suya era una misión imposible.

Por delante, la táctica de Boonen estaba clara. Conseguir llegar a meta junto a sus dos compañeros de fuga y rematar al sprint. La de Vanmarcke tratar de dar un hachazo. En cuanto a Flecha, estaba en una posición incómoda. Para el Sky quizás hubiera sido mejor que Flecha no diese relevos y así abrir la posibilidad de que Hayman, mejor sprinter que el español, llegase desde atrás. Pero no lo hicieron y Flecha pasó a los relevos, sin tener muy claro qué es lo que debería hacer. Los últimos 20 kilómetros apenas tuvieron historia hasta llegar a los últimos tres de pavés. Allí Flecha lanzó un ataque, pero apenas sin continuidad. Tanto Boonen como Vanmarcke lo siguieron sin dificultad. El español hizo un par de amagos más, sin atreverse a jugárselo todo. Guardaba, inútilmente, alguna esperanza en la llegada.

En el último kilómetro, Flecha iba en cabeza. Boonen en segunda posición y Vanmarcke cerraba. El de Quick Step se sentía tan superior que lanzó el ataque desde muy lejos, a casi 500 metros de la línea de meta. Ahí Flecha quedó descartado, pero Vanmarcke se pegó sorprendentemente bien a la rueda de Boonen y le pasó, pudiendo incluso celebrar la victoria con tranquilidad en los últimos metros. Boonen se quedaba un año más sin la clásica que le falta en su inacabable palmarés. El espléndido momento de forma que atraviesa durante todo el mes de febrero es digno de destacar. Pero también siembra dudas de saber cómo llegará a las grandes citas de su calendario, para las que todavía queda mes y medio. Las exhibiciones de fuerza que está dando en febrero le pueden pasar factura en abril. Flecha queda otra vez en el podio. Cinco veces en los últimos seis años, una buena marca para el español que sin embargo muestra su conformismo. Al terminar la carrera, fue entrevistado por la televisión local e indicó sentirse contento con el resultado, sin aludir en ningún momento a la frustración por no poder ganar. Está claro que Flecha tiene mucho mérito al estar delante en todas las carreras, de conseguir varios podios y de ser el único ciclista español que se atreve a lidiar con estas carreras, en mi opinión las más bellas del calendario. Pero tras años de buenos resultados, uno echa de menos algo más de riesgo, alguna estrategia diferente que le pueda dar otra victoria importante, además de la Omloop de 2010 que ya tiene.

El triunfo de Vanmarcke fue merecidísimo. Hizo todo para ganar. Atacar en las cotas, atacar en el llano, seguir las ruedas ganadoras y finalmente rematar en el sprint. No se le puede poner ninguna pega. El Garmin vuelve a pescar de manera imprevisible en la primavera belga, tras la gran sorpresa el año pasado con Vansummeren en Roubaix. Ahora tiene toda la temporada por delante, con la seguridad de esta victoria. Al éxito de Vanmarcke deben sumar la cuarta plaza del alemán nacionalizado australiano Heinrich Haussler, que ganó en el sprint del grupo. Tras él, quinto, fue Greg Van Avermaet, el primero del descalabro del BMC, que promete ser en las clásicas de 2012 lo que fue Garmin en 2011. Un equipo sin ningún sentido donde cada uno hace la guerra por su cuenta. Cuando Breschel y Hushovd tiraban para poder alcanzar al grupo de OPQS, Sky y Vanmarcke, por detrás comandaban el pelotón con Burghardt y Van Avermaet. Después, con dos minutos de retraso y Hushovd ya absorvido, Ballan se puso a tirar como un energúmeno. Y al final, Van Avermaet, que había actuado de gregario todo el día, fue el que disputó el sprint por los puestos de honor. Está claro que con semejante grupo de estrellas, el BMC estará varias veces en los podios de las clásicas de abril, pero su comportamiento hoy hace dudar mucho de que exploten todo el potencial que tienen.

Mañana más ciclismo en tierras belgas, con la disputa de la Kuurne-Bruxelles-Kuurne. Allí los favoritos, a priori, serán otros: Cavendish, Sutton (ganador el año pasado), Galimzyanov, Greipel, Renshaw o Farrar. Pero aunque la llegada sea un sprint masivo, siempre es un placer ver a los ciclistas atravesar las pequeñas y enrevesadas carreteras flamencas.

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