domingo, 4 de marzo de 2012

Tradición y renovación en la París-Niza


Este domingo dio comienzo la París-Niza, una de las carreras más prestigiosas del calendario. La pequeña vuelta francesa siempre se ha valido de su situación privilegiada, en plena Costa Azul y a los pies de los Alpes, por lo que combina bellos paisajes marítimos con eléctricas e imprevisibles etapas de media montaña. Y, como buen escaparate, siempre ha sido el lugar ideal para que los mejores ciclistas del mundo hicieran sus primeras apariciones. Es cierto que hoy, con la cantidad de información que tenemos en internet, los aficionados al ciclismo descubrimos los pasos de nuestros corredores favoritos en carreras anteriores. En los últimos años carreras como el Tour de San Luis, la Volta ao Algarve, la Vuelta a Andalucía o incluso el más reciente Tour Down Under ya congregan a muchas estrellas. Pero ninguna de ellas tiene la seriedad y la tradición de la París-Niza.

Este año, la París-Niza tiene la mejor participación de las últimas ediciones. Y como si ya lo supiera de antemano, la organización ha decidido celebrarlo con un recorrido muy interesante. Empieza con un prólogo algo más largo de lo normal, algo más de ocho kilómetros, que se ha adjudicado el sueco de Vacansoleil (una fuga de cerebros más del terrible Saxo Bank) Gustav Larsson. La segunda etapa se disputa al nivel del mar, sin grandes dificultades y con final en Orléans. Será posiblemente la única llegada masiva. Al día siguiente, otra etapa fácil pero con final en una ascensión de cinco kilómetros, lo que posiblemente sea otra oportunidad para Alejandro Valverde en su regreso tras sus dos años de sanción. Otros corredores con calidad para esta llegada pueden ser Thomas Voeckler, que el año pasado hizo una carrera espectacular con dos victorias, Nicholas Roche, Damiano Cunego o Rein Taaramae, que también lo hizo muy bien el año pasado en esta misma carrera. Más difícil aún es la cuarta etapa con llegada en Roez. Cinco ascensiones cortas pero duras a lo largo de 178 kilómetros. La última a falta de un kilómetro. Mil metros a un desnivel del 7%. Puede ser una etapa para escapados u otra oportunidad para los que señalamos como favoritos ayer. También algunos sprinters con buenas piernas pueden aguantar el ritmo y llegar con opciones a la llegada. A Boonen, Hushovd o Haussler ya se les vio en buena forma en el pasado fin de semana belga.

Otro trío de etapas difíciles señalan el camino hasta Niza. Especialmente la primera con final en la mítica cota de la Croix Neuve de Mende, al que han rebautizado con el pomposo nombre de Montée Laurent Jalabert. Es una etapa con otros dos puertos de primera categoría, además de Mende, otro de segunda y dos de tercera. La etapa prácticamente no superará nunca los mil metros de altura, así que será rápida y con muchos candidatos a la victoria, donde la estrategia y el control de las escapadas será fundamental. Al mejor estilo de esta vuelta. La etapa que llega a Sisteron al día siguiente también tiene cinco puertos de montaña, pero al estar situada entre las dos jornadas más importantes es posible que se tome de manera más relajada.

Quedan así las dos etapas de Niza. La primera de ellas es la típica montaña rusa que se organiza antes de llegar a la ciudad. Sin embargo, este año el recorrido es algo más descafeinado, ya que ni se suben La Turbie ni el Col d'Eze, los dos puertos más famosos de la carrera. El Col de Vence es la mayor dificultad de la jornada y se encuentra a casi cincuenta kilómetros de la cima. Puede que suene algo decepcionante, pero la organización ha decidido sacrificar este día para centrarse en una última jornada espectacular: una cronoescalada al famoso Col d'Eze, la ascensión más famosa de la historia de la París-Niza. Antaño, la carrera solía terminar en esa subida, pero la organización decidió trasladar la llegada a Niza ya que las malas condiciones atmosféricas que sufría la carrera durante muchos años (al fin y al cabo estamos en marzo) hacía que mucha gente no se molestase en acudir a la cumbre. Por eso, se decidió pasar el final a la ciudad, al mucho más turístico y mediático Paseo de los Ingleses, mientras que el Col d'Eze era en casi todas las ediciones la última dificultad antes de que los ciclistas pudieran terminar el recorrido de la carrera en Niza.

Así, la edición de este año recupera la importancia decisiva de Eze. En parte, por las críticas recibidas el año pasado en cuanto al recorrido. Una crono excesivamente larga de casi 30 kilómetros dejó la carrera sentenciada para Tony Martin, sin oportunidad ni terreno para que los escaladores pudieran decir una palabra. La contrarreloj llana se reduce a los nueve kilómetros del prólogo, pero con esta decisión tampoco creo que el abanico de ganadores se amplíe mucho más. Especialistas contrarreloj capaces de mover grandes desarrollos lo tendrán más difícil que en la edición anterior. Wiggins, Van Garderen o el propio Tony Martin ya no tienen tanta ventaja. Levi Leipheimer se me antoja el máximo favorito. Ya ganó el Tour de San Luis, que si bien no puede ser indicativo de nada, ya demuestra que el americano viene con algo de ritmo, más que el que ofrecen carreras como Tour Down Under, Oman o Vuelta a Andalucía. Richie Porte ha demostrado también su mejoría en la montaña con su victoria en el Alto do Malhao en Algarve, lo que le dio la general de la carrera, así que es otro nombre a considerar. Taaramae, que fue segundo el año pasado tras Tony Martin y Kloden, es otro corredor con calidad en montaña y nivel en la contrarreloj que puede dar la sorpresa.

El superequipo Radioshack presenta tres candidatos que son incógnitas: los hermanos Schleck parece que sólo vendrán a rodar, pero quizás Frank, ante una carrera con tantos desafíos se anime a disputar la general. Y al margen de ellos dos, el alemán Andreas Kloden es especialista en vueltas de una semana. Pero este corredor es tan irregular que nunca sabes cuál será su comportamiento en carrera. El año pasado se jugaba un nuevo contrato y tuvo un rendimiento espectacular en París-Niza, Itzulia y Tour de Romandia, pero en cuanto consiguió renovar, desapareció del mapa. ¿Qué Kloden veremos este año? Difícil apostar fuerte por él.

Dos veteranos como Basso y Menchov son incógnitas. Mientras otro de su quinta como Cadel Evans sale a disputar cada carrera que corre, el italiano y el ruso se seleccionan mucho más. El rendimiento de Basso fuera de Italia suele ser muy inferior, pero la cronoescalada y los finales en alto le vienen bien a sus características. Lo mismo para Menchov, que estando en un nuevo equipo y sin Joaquim Rodríguez debería ir para aspirar a cualquier cosa. Pero en un Tour con tanta contrarreloj, es posible que el ruso corra toda esta primera parte de la temporada con el freno de mano puesto.

Tradicionalmente, la París-Niza ha sido el pistoletazo de salida de las grandes estrellas. Y coronaron a corredores que después ganaron el Tour de Francia. Es el caso desde clásicos como Anquetil y Merckx, que ganaron su primer Tour el mismo año en el que consiguieron su primera victoria en Niza. Más recientemente, muchos de sus ganadores demostraron aquí sus dotes para las vueltas por etapas: Induráin, Rominger, Zülle, Kloden o Contador ganaron en Niza su primera carrera de gran repercusión internacional. Por eso habrá que estar atento a una de las grandes esperanzas francesas, Jerome Coppel, que el año pasado consiguió la victoria en la Vuelta a Murcia tras la descalificación de Alberto Contador, además de otros resultados de privilegio entre los que hay que destacar el decimocuarto puesto en el Tour de Francia. Su gran nivel contrarreloj le hace candidato a todo. Junto a Coppel, hay ganas de ver a otro francés, todavía más joven y prometedor: Romain Sicard. El del Euskaltel ganó el Tour del Porvenir y fue campeón del mundo sub 23 en 2009, hizo una prometedora primera temporada como profesional en 2010 y se pasó todo 2011 lesionado. Por lo que este año será clave para conocer su alcance. Y, por supuesto, Bauke Mollema, el joven holandés que fue cuarto en la Vuelta, el segundo de los humanos tras la inesperada exhibición de Cobo y Froome desde las catacumbas del ciclismo profesional. Aunque la Vuelta a España sigue siendo un buen objetivo para él (este año más difícil debido al ridículo recorrido que han programado los organizadores), estas carreras de una semana de gran prestigio tienen que ser muy importantes para un ciclista tan joven como él.

En cuanto a los corredores españoles, uno no sabe bien qué esperar. La poca participación de nivel es preocupante y demuestra cuánto daño ha hecho la lacra del dopaje en este país. Y más aún la cordialidad que han tenido los periodistas deportivos y los políticos hacia técnicos y corredores que han hecho uso indiscriminado de sustancias dopantes. El ciclismo en España está mal visto, y los culpables no son ni corruptas organizaciones internacionales ni los franceses que nos odian, sino nuestra permisividad con los que hacen trampas. Lejos quedan los tiempos donde salían españoles de la nada que ganaban grandes carreras a los mejores del pelotón. Nos hemos cargado las estructuras básicas para el desarrollo de este deporte, que ahora amenaza también a las carreras más importantes del calendario español. Así que por mucho doctor milagro que haya, parece que la mal llamada Edad de Oro del ciclismo español ya ha pasado.

Para rizar el rizo, la mayoría de los nombres importantes que disputarán esta París-Niza están señalados por el dopaje. El más importante, Alejandro Valverde, que ya demostró que era el mismo de antes de su sanción, como si nada, ni lo bueno ni lo malo, hubiera cambiado. No le ha pasado lo mismo a Mikel Astarloza, que pese al apoyo incondicional de su equipo se encuentra lejos de su mejor versión tras dos años en el dique seco. Este será el año de su reválida o el de su retirada. Esperemos que lo segundo. Luis León Sánchez, ex de Liberty Seguros, vendrá a esta Vuelta a encontrar sus mejores sensaciones, las que le llevaron a ganarla en 2009. Tras un primer año decepcionante en Rabobank, tiene que centrarse en unos objetivos y no seguir con la ridícula pretensión de Unzúe de aspirar al puestómetro en el Tour de Francia. Dani Navarro, el amigo de Contador, ha empezado bien la temporada y este año corre sin presión, en un Saxo Bank que da más pena que gloria. Aunque por su nivel a lo máximo que puede aspirar es a dejarse ver por la Vuelta a Burgos y semejantes, no debería dejar pasar la oportunidad que tiene de estar en un equipo ProTour...

Y después, otros que siempre andan picoteando aquí y allá, como Arroyo, Barredo y Florencio, pero parece que para todos ellos ya pasaron los mejores años. Y tampoco hay que olvidarse de la participación de Igor Antón, aunque es un corredor al que le cuesta mucho coger la forma y no lo solemos ver en su mejor versión en estas carreras. Pero es una París-Niza buena para él, así que a ver con qué mentalidad se la toma.

Tenemos por delante una semana de buen ciclismo. Y a partir del miércoles alternándola con otra gran carrera como la Tirreno-Adriático.

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